Más allá de ser una sátira del estalinismo o una
diatriba contra el autoritarismo, me pareció más una invitación a la reflexión
de nuestro papel en la sociedad, un constante cuestionamiento respecto a qué
animal representamos en nuestro entorno… Acaso actuamos como animales que
abandonan su papel activo en la construcción de una nueva sociedad como es el
caso de la hedonista yegua Mollie que huye del trabajo en la granja para buscar
un estado de confort siendo esclavizada o como Moses, el cuervo que llega en los momentos de calma para hablar de la tierra prometida (Monte Azúcar)
Quizás seamos como el caballo Bóxer que tenía
como lema “trabajaré más fuerte” esperando el tiempo de su jubilación para
poder estudiar (tiempo que nunca llego debido a la muerte ocasionada por la
fatiga)… O somos como las ovejas que solo balan amaestradamente a favor del
mandatario de turno para apaciguar los ánimos de los demás… Nos formamos
políticamente para ser como Napoleón o para huir como Snowball o para defender
con ladridos y mordiscos a los demás (como los cachorros hijos de Jessie y
Blueball)?
En lo profesional actuamos como Squealer, el
cerdo, que manipula la verdad histórica a favor del mandatario… O actuamos como
el burro Benjamín que a pesar de saber leer y recordar las cosas tal y como
pasaron, guarda un silencio cómplice ante el abuso de poder?
Son muchos los cuestionamientos que me despertó
el libro de Orwell y también deja claro una gran afirmación: “TODOS LOS
ANIMALES SON IGUALES, PERO ALGUNOS ANIMALES SON MÁS IGUALES QUE OTROS”.
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